
A continuación, compartimos este escrito, de Anabel Hernández Rivera, Psicóloga infantil, la cual nos recuerda la importancia de apreciar a los niños sin expectativas, justo tal y como son.
-He estado bastante reflexiva estos días respecto al tiempo, a su paso, al “estar”. Para un adulto podría parecer que la presencia en los bebés y en los niños es sinónimo de distracción.
Cuando un bebé pasa largos ratos por ejemplo mirándose sus manitos, elevando sus brazos y piernas cientos de veces durante el día, o tal vez tratando de agarrar un objeto; nos puede parecer que no está haciendo mucho, por eso aparece esa loca idea de que hay que entretener a los bebés.
Cuando en realidad ellos tienen todo para fijar su atención, comenzando con ese cuerpo que están aprendiendo a habitar y experimentar. No he conocido a nadie más centrado, más presente que un bebé. De hecho, pienso que la infancia es el único periodo de la vida en que realmente se ES.
Tal vez algunos adultos corren con suerte de seguir conectados con ese niño/a que fueron, y disfrutar del momento presente. Los bebés y niños pequeños no están planeando ni proyectando que tienen que aprender a caminar, a sumar y restar, a comer con cubiertos, a entrar a un colegio, a graduarse, a casarse, a ser “exitosos”, y un sinfín de etcs., no están en otro momento, ¡ESTÁN PRESENTES!
Me ha pasado mucho con Alejo, casi desde antes de nacer -como seguramente a muchas familias también, estar pensando: ¿cuándo sonreirá?, ¿Cuándo será que dice sus primeras palabras?, ¿Cuándo será que se sienta, que gatea, que camina…?, ¿Cuándo será que…? Todos estos anhelos vienen marcados por el amor, por esa locura que se siente por un ser que ha llegado a la vida de uno a transformarlo desde bien adentro. Sé que ninguno de estos deseos es mal intencionado, pero y entonces, ¿dónde estoy dejando a ese ser que es, aquí y ahora? Y que además está creciendo más rápido de lo que me imaginaba y de lo que me gustaría.
Hay tanta potencia en los seres humanos, sobre todo en los niños. Me encanta esa palabra, me parece súper poderosa. Sin embargo, ando dándome cuenta que por estar tan enfocados en la potencialidad de alguien, aunque parezca muy halagador para ese alguien; estamos negando de alguna forma quien ES hoy.
Por estar pensando en lo que podrá llegar a ser, nos perdemos de todo lo maravilloso que está siendo ahora.
Pienso en la famosa frase: “Estudie, para que sea alguien en la vida”; como si con el hecho de nuestra existencia no bastara, como si no “fuéramos” hasta hacer, conseguir, transformarnos, crecer, etc. Mientras escribo, tengo al lado dormido a Alejandro mi bebé de 14 meses. Trato de digitar suavemente para no despertarlo (pues tiene el sueño más liviano que yo haya conocido) y poder terminar y disfrutar de este pequeño espacio para mí.
Pienso en el afán que siento a veces por cosas como que duerma más, que duerma más profundamente, que duerma “mejor”; así yo podría tener más tiempo para mí, etc. Y me pregunto. ¿Cómo hacer para disfrutar intensamente como él de cada momento de su existencia y de la mía? Es un maestro que me enseña a posar la mirada fijamente por un largo rato en una rama de un árbol, que abre sus ojos como si recibiera una sorpresa cada vez que escucha a un perro ladrar, que se queda atento y deja lo que está haciendo para mirar al cielo cuando ve pasar un pájaro.
Así mismo es capaz de mostrar claramente lo que no le interesa, lo que le incomoda, lo que no quiere experimentar. Está realmente TAN presente, tan habitado, tan lleno de sí. Me genera una gran reverencia y admiración su ser. Amo su paso “desacompasado”, su capacidad para centrarse con cualquier cosa que se le atraviese. Aunque para mí no tuviera mucha relevancia, se centra como si fuera lo único existente en ese momento. Gracias al universo por la infancia, ¿qué sería del mundo sin la capacidad genuina y poderosa de los niños para disfrutar y entender la vida?-
Escrito por: Anabel Hernández Rivera
Psicóloga infantil