
Acaba de iniciar una nueva fase de 365 días, y junto con ésta, todos aquellos propósitos, cambios y metas que nos planteamos al finalizar cada año. Así mismo, se suele tener la sensación de que no hace mucho estábamos iniciando el 2019 con la misma intención de realizar cambios y cumplir otras metas, pero finalmente el tiempo pasó tan rápido que probablemente apenas lograste realizar lo que el día a día te exigía. De hecho, hubo días en los que seguramente pensaste que ni siquiera para eso te alcanzó.
Y es que cada vez más, el tiempo se hace corto y las responsabilidades parecieran crecer, y es justo en este nuevo inicio donde deberías preguntarte cuales fueron aquellas cosas a las que dedicaste la mayor parte de tu tiempo en el último año y si en realidad son éstas las mismas que quisieras tener en tu top de prioridades. De esta manera, podrás empezar a realizar ajustes en tus nuevos propósitos, en coherencia con lo que es más importante para ti.
Ahora, detente por un momento para identificar cuales son tus principales ladrones de tiempo. Si; personas, objetos o situaciones a las que das más importancia de la que deberías, te restan bienestar y te alejan de tus propósitos. Identificar estos ladrones de tiempo es fundamental si se quiere evitar que dichos propósitos sean saboteados por ti mismo. Algunos ejemplos son: el uso del celular, las redes sociales, las discusiones, darle vueltas al mismo problema en tu mente, conversaciones con personas tóxicas, la televisión o el trabajo en exceso. Al reconocerlos podrás definir límites sanos, establecer tiempos prudentes para cada cosa y evitar aquellas que no te suman.
Y después de esta breve reflexión, es momento de proyectar lo que sigue.
Te invito a iniciar el año viviendo momento a momento, escuchando a tu familia mientras te habla, viendo a tus hijos tal y como son sin ninguna expectativa, sintiendo su abrazo y su beso como si fuera el primero, caminando con calma y sintiendo cada paso, dándote cuenta que respiras mientras lo sigues haciendo de manera consciente, observando como está tu cuerpo y tus emociones, ¡viviendo aquí y ahora!
Tanto la reflexión inicial como la invitación anterior, están basadas en la técnica de la atención plena o “mindfulness”, la cual enseña a prestar atención al momento presente sin juicios. Algo que tanto a nivel personal como en nuestro rol de padres resulta ser un gran reto. Sin embargo, permite fortalecer la empatía y la compasión con nosotros mismos, como seres humanos en constante aprendizaje y la empatía y la compasión que se necesita para acompañar a tus hijos de una manera asertiva, reconociéndote a ti mismo como el gran padre/madre que eres.
A continuación, te comparto algunas recomendaciones para poner en práctica el mindfulness desde la paternidad:
Reconoce que eres un ser humano: no pretendas hacer todo al tiempo ni mucho menos pretendas ser perfecto. Permítete equivocarte para aprender de ello y tomarte el tiempo necesario en cada cosa, sobre todo en disfrutar de tu familia. Acepta que no siempre tienes la respuesta y ábrete al aprendizaje que traen tus hijos en cada etapa de su vida.
Vuelve a lo simple y desconéctate: recuerda la importancia de hacer altos durante el día para respirar conscientemente, de disfrutar los pequeños detalles donde se encuentra la felicidad, apaga de vez en cuando tu móvil y tu smart tv, reserva espacios para tu propio bienestar, el cual no necesariamente debe ser en familia.
Conviértete en un modelo de calma para tus hijos: si todo el tiempo te ven corriendo, cansado y con altos niveles de estrés, no les pidas más adelante que sean personas tranquilas y reguladas emocionalmente, pues lo que ven continuamente es tu ritmo acelerado. Reconoce y deja fluir tus emociones, todas son necesarias y pasajeras.
Conéctate desde el corazón: cuando estás atento te conectas, comprendes las emociones de tus hijos y sabes perfectamente lo que debes hacer en cada momento. Ten presente que no eres lo que dices sino lo que generas en el otro, ¿cuál es la huella que estás dejando?
Que uno de tus propósitos en este nuevo año sea dejar una huella de amor…no solo en tus hijos sino también en tu pareja, en tus padres, en tus amigos y en todos aquellos que tienen experiencia de ti.
¡Feliz y próspero inicio de año!
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